PSICÓLOGO EN MANIZALES - LOS ARQUETIPOS DE CAROL S. PEARSON
Los Arquetipos nos permiten comprender diversos aspectos de nuestra personalidad (existen por lo menos cinco formas de entender qué son). Se caracterizan por tener doble cara como una moneda: en una cara ubicamos la luz o virtud que existe en cada uno de nosotros, en la otra cara la sombra o aspecto maligno que de igual manera todos tenemos.
Siguiendo a Carl Jung y Joseph Campbell, Carol Pearson en su libro "Despertando los heróes interiores" (Awakening the Heroes Within) propone doce arquetipos, los cuales se encuentran en cualquier persona, en cualquier lugar del planeta donde se encuentre y en cualquier momento histórico. Todos tenemos estos doce arquetipos, sea a nivel conciente o inconciente, ellos representan el camino o travesía que recorre el héroe interior o líder que hay en todos nosotros en el proceso de crecimiento personal, desarrollo humano o proyecto de vida.
Todos los arquetipos se influyen entre sí para definir su status de luz/sombra.
Pearson describe cinco formas de entender los arquetipos:
-Los buscadores espirituales pueden concebir a los arquetipos como dioses o diosas codificados en el inconciente colectivo, a quienes no despreciamos sin costo ni riesgo.
-Los académicos y otros racionalistas que, como es típico en ellos, sospechan de todo lo que tenga un olorcillo místico, pueden concebir los arquetipos como paradigmas o metáforas que ejercen control, los patrones invisibles de la mente que controlan cómo experimentamos el mundo.
-Los científicos pueden considerar que los arquetipos son similares a hologramas y el proceso de identificarlos es similar a otros procedimientos científicos. Tal como sucede con los arquetipos que están tanto dentro como fuera de nosotros (y en consecuencias son héroes del interior y de más allá de nosotros) un holograma está contenido en cada una de sus partes.
-Aquellas personas comprometidas con actitudes religiosas que destacan un Dios único (y se sienten incómodas ante el politeísmo inherente en cualquier consideración de dioses y diosas), pueden distinguir la verdad espiritual del monoteísmo de la verdad pluralista pero psicológica de los arquetipos. El Dios al que nos referimos cuando hablamos de un único Dios está más allá de la capacidad humana para nombrar e imaginar. Los arquetipos son algo así como las diferentes fascetas de ese Dios, accesibles a la capacidad de la psiquis de imaginar realidades numinosas.
-Las personas interesadas en los procesos de crecimiento humano y el desarrollo, pueden entender los arquetipos como guías en nuestras travesías. Cada arquetipo que ingresa a nuestra vida trae consigo una tarea, una lección y un don. Todos los arquetipos en conjunto nos enseñan cómo vivir. Y lo mejor de todo es que todos los arquetipos se encuentran en el interior de todos nosotros. Lo que significa que todos tenemos el potencial humano total como parte nuestra.
Ken Wilber nos dice: "Si, por ejemplo, tengo un problema psicológico con mi madre, si tengo lo que se llama un complejo materno, es importante que me dé cuenta de que gran parte de la carga emocional no sólo proviene de mi propia madre biológica sino también de la Gran Madre, una poderosa imagen del inconsciente colectivo que es, por así decirlo, la quinta esencia de todas las madres del mundo. Es decir, el psiquismo parece llevar integrada en sí mismo la imagen de la Gran Madre del mismo modo que también parece estar equipado con las formas rudimentarias del lenguaje, la percepción y diversas pautas instintivas. De este modo, si se reactiva la imagen de la gran Madre, no sólo tendré que habérmelas con mi propia madre biológica sino también deberé afrontar miles de años de experiencia materna."
Joseph Campbell señala que la situación perturbada de la sociedad occidental en los últimos tiempos bien podría deberse al descrédito progresivo en que han caído las mitologías y a la racionalización sufrida por ellas, con lo cual las imágenes simbólicas se refugian en su lugar de origen: el inconsciente, y el individuo aislado ha de enfrentarse a los dilemas que en un tiempo resolvían satisfactoriamente los sistemas mitológicos colectivos.
A continuación expongo una síntesis de los 12 arquetipos propuestos por Carol Pearson en sus investigaciones.
EL INOCENTE
La Luz del Inocente Confía en la vida, en sí mismo y en los demás. Tiene fe y esperanza, aún cuando las cosas aparentemente parecen imposibles. Confía en que sea lo que sea que desee, esto llegará. Confía en los demás lo suficiente como para poder aprender de ellos.
La Sombra del Inocente Se evidencia en una capacidad de negación para no darse oportunidad de saber qué está sucediendo realmente en su vida. Puede estar lastimándose a sí mismo o a los demás, pero no lo admite. Puede estar herido, pero ese conocimiento también lo reprime. Cree en lo que otros le dicen, aunque su punto de vista esté en oposición directa con lo que sabe en su interior.
EL HUERFANO
La Luz del Huérfano Se siente decepcionado y/o traicionado. A partir de las heridas y del dolor que estas conllevan, se decide a crecer como persona. Sabe que desea ser cuidado y atendido, un deseo natural para el niño que lleva en su interior. Quiere que otras personas o Dios se ocupen de él, pero se da cuenta que nadie vendrá a cuidarlo o rescatarlo. Tendrá que hacerlo él mismo. Deja correr sus sentimientos de decepción, dolor y escepticismo, siente su propia impotencia e ineptitud. Se une a un grupo de personas que se sienten igual que él, se ponen de acuerdo para ofrecerse apoyo mutuo y compartir sus sentimientos y descubrimientos.
La Sombra del Huérfano Es la victima, espera recibir un trato especial y ser eximido de vivir y por lo tanto de asumir responsabilidades, porque ha sido victima o porque es tan frágil. Ataca incluso a aquellas personas que están tratando de ayudarlo, incluso haciéndose daño a sí mismo. Tal vez se desmorone y pierda la capacidad de funcionar; por ejemplo, puede decir o pensar: “No esperes nada de mi. Estoy tan herido(a), me siento traicionado(a)”. Es el niño interior que se siente abandonado(a), traicionado(a), victimizado(a), descuidado(a), decepcionado(a), solo(a).
EL GUERRERO
La Luz del Guerrero Es el héroe, tiene valor, fuerza e integridad, además de la capacidad de tener metas y persistir en ellas; tiene la habilidad para luchar cuando haga falta, en defensa propia o de los demás. Demanda un alto nivel de compromiso con los valores. Su núcleo es la afirmación de su poder en el mundo, el establecimiento de su lugar en este y su transformación en un lugar mejor. Es lo suficientemente fuerte para que no lo atropellen, y lo suficientemente decidido para conseguir lo que se propone. Es capaz de poner límites.
La Sombra del Guerrero Es el villano, que usa el poder del Guerrero para obtener ganancia personal sin consideración por la moral, la ética o el bien común. Siente la tentación de ignorar sus principios para competir mejor, ganar, u obtener lo que desea. También aparece en una tendencia a dar batalla continuamente porque percibe que el mundo lo desprecia, amenaza y desafía constantemente.
EL BIENHECHOR
La Luz del Bienhechor Busca nutrir emocionalmente a las personas y crear situaciones en las que puedan crecer y desarrollarse. Ayuda a las personas a sentir que son valoradas y cuidadas, alentando relaciones nutritivas entre los individuos. Genera climas afectivos en los que las personas se sienten seguras y cómodas.
La Sombra del Bienhechor Es el mártir sufriente, que controla a los demás haciéndoles sentir culpables. Dice: “Mira todo lo que he sacrificado por ti”. Se evidencia en comportamientos absorbentes o manipulativos en los que emplea los cuidados para controlar o sofocar a los demás. También se encuentra en la dependencia mutua, en forma de una necesidad compulsiva de cuidar o rescatar a otras personas.
EL BUSCADOR
La Luz del Buscador Responde a la llamada del Espíritu por ascender. Trata de hallar un futuro mejor o fundar un mundo más perfecto. Responde al llamado por encontrar el camino propio en la vida con entusiasmo, alegría y energía. La alegría es tan grande que supera los temores por el futuro o el dolor de abandonar una situación cómoda (mamá, papá, escuela, etc.), prefiere el entusiasmo producido por el llamado a nuevas aventuras. La aventura en cuestión puede ser la universidad, un trabajo, el matrimonio, el servicio militar, algún viaje o virtualmente cualquier cosa que ofrezca la oportunidad de hacer algo completamente nuevo, algo que ha elegido.
La Sombra del Buscador Es el perfeccionista, que siempre está tratando de estar a la altura de una meta imposible, o de encontrar la solución “correcta”. Su actividad central es el auto- perfeccionamiento, corren del gimnasio a otro curso de mejoramiento personal, etc., sin embargo nunca se siente verdaderamente listo para comprometerse en el logro de algo. Es excesivamente ambicioso, perfeccionista, soberbio, incapaz para comprometerse, adicto en potencia a cualquier cosa.
EL DESTRUCTOR
La Luz del Destructor Busca el crecimiento, el cambio, la metamorfosis. Reconoce la necesidad de cambio o renuncia a algo, sin negar el dolor o la pena que esto produce. Es capaz de desapegarse de lo que ya no sostiene sus valores o sus creencias.
La Sombra del Destructor Incluye todos los comportamientos autodestructivos: las adicciones, las compulsiones, las actividades que dañan el éxito laboral o de estudio o que disminuyen la autoestima. También todos los actos, como el abuso físico y emocional, el asesinato, la violación, que tienen efectos destructivos sobre los demás.
EL AMANTE
La Luz del Amante Se compromete y vincula responsablemente con lo amado.
La Sombra del Amante Celos, envidia, fijación obsesiva en un objeto de amor o relación, adicción o promiscuidad sexual, obsesión con el sexo o la pornografía, donjuanismo, puritanismo. Es incapaz de decir que no cuando lo arrebata la pasión, se siente completamente destruido si un amante lo abandona. Incapaz de comprometerse en una relación amorosa.
EL CREADOR
La Luz del Creador Descubre su verdadera identidad. Explora formas de crear una vida que permita la manifestación de esa identidad. Creatividad, identidad, vocación.
La Sombra del Creador Es el obsesivo, crea de tal modo que son tantas las posibilidades generadas que no hay manera de llevarlas a la práctica en su totalidad. Llena el vacío interno con algún otro proyecto poco esencial, otro desafío o algo nuevo para hacer. Una variedad es la adicción al trabajo, con la que siempre puede pensar que hay algo más para hacer.
EL GOBERNANTE
La Luz de Gobernante Asume la responsabilidad de su propia vida. Le da orden a su vida al tiempo que se preocupa por el bienestar de su entorno inmediato, la sociedad y el mundo. Actúa para hacer de su vida exactamente lo que desea que sea. Encuentra el modo de generar prosperidad para mantener la expresión de quien es. Siempre está buscando la manera de encontrar el potencial de la gente a la que influencia para que puedan usar sus dones de manera productiva.
La Sombra del Gobernante Es el ogro tiránico, que insiste en su propia manera de hacer las cosas, aniquilando los elementos creativos de su mente para obtener el control a cualquier precio. Personas que se encuentran en un puesto de autoridad, padres o jefes, que no saben manejar la responsabilidad que esto implica. Incluye a personas dominadas por una gran necesidad de tener el control. Actúa con una mentalidad estrecha partiendo de la base de que lo que hay no alcanza, de modo que, lo que él gane, para los otros debe ser pérdida.
EL MAGO
La Luz del Mago Usa concientemente el conocimiento de que todo está interrelacionado con todo; tiene la capacidad de cambiar la realidad de su entorno después de haber cambiando su realidad mental, emocional y espiritual. Su poder está en la capacidad de transformar la realidad cambiando la conciencia. Sabe que sólo puede cambiar a los demás cambiando primero él mismo. Primero debe curarse a sí mismo para poder curar a los demás.
La Sombra del Mago Es el hechicero malévolo, que transforma buenas opciones en malas opciones. Se disminuye a sí mismo o a los demás, disminuyendo sus opciones y posibilidades, acompañado esto de una baja autoestima. Se encarga de enfermarse a sí mismo o a los demás con pensamientos y palabras negativas. Atrae la negatividad a sí mismo o convierte sucesos positivos en negativos.
EL SABIO
La Luz del Sabio Desea comprender el mundo. Quiere hallar la verdad respecto a sí mismo, al mundo y al universo. Quiere cultivar el deseo por la verdad pero sin sentir la necesidad de tener la razón.
La Sombra del Sabio Es el juez implacable, frío, racional, sin corazón, dogmático y a menudo orgulloso, que evalúa a los demás o a sí mismo diciendo que él o ellos no son suficientemente buenos, o no lo están haciendo lo bastante bien. Aislado, falto de sensibilidad, “torre de marfil”, se siente por encima de todo y todos, comportamientos y actitudes críticas, juzgadoras u orgullosas. Suele ser adicto a la perfección, a la verdad y a tener la razón. No posee tolerancia alguna por los sentimientos o vulnerabilidades humanas.
EL BUFON
La Luz del Bufón Busca el disfrutar, el placer y sentirse vivo. No se toma a sí mismo en serio. Se burla de sí mismo y de las reglas sin caer en la irresponsabilidad o burla de los demás en su integridad. Expresa la alegría y capacidad para disfrutar de la vida. Tiene licencia para decir cosas por las que otros serían condenados. Aguijonea a la persona con exceso de soberbia, provee cierto equilibrio violando las reglas y dando salida a puntos de vista, sentimientos y comportamientos prohibidos.
La Sombra del Bufón Es un glotón, un vago, un libidinoso, definido por los deseos y la lujuria del cuerpo sin ningún tipo de dignidad o control de sí mismo. Es autoindulgente, perezoso e irresponsable. No siente alegría por la vida y por estar vivo. Utiliza sus bromas como armas para burlarse y denigrar de los demás. Utiliza su “alegría” para esconder sus problemas tras una máscara, negarlos y no enfrentarlos.
Jefferson Bastidas Mejía
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